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Pedro Francke: "Cooperativas y Economía Solidaria"

Publicado: 2015-07-24

Destrozadas por Fujimori, desfavorecidas por la política neoliberal y atacadas por los grandes monopolios, las cooperativas resisten y crecen. Son una muestra de que puede haber una economía más solidaria, que no esté solamente orientada hacia la masiva acumulación de riquezas y poder sino que combine incentivos de ganancias con acción colectiva y bienestar social. Las cooperativas enfrentan nuevas amenazas dentro de los decretos legislativos que se cocinan en reserva en el MEF estas semanas, por lo que habrá que estar preparado.

CRÉDITO

Estuve el fin de semana pasado en Chincheros, Andahuaylas y Abancay donde, como en muchas ciudades intermedias, las cooperativas de ahorro y crédito se están multiplicando y creciendo. En solo unas pocas calles en Andahuaylas se puede ver una media docena de ellas. La Federación Nacional de Cooperativas de Crédito – FENACREP agrupa ahora a más de 60 cooperativas que tienen en total 1 millón 400 mil socios y 8 mil millones de soles en ahorros y activos. Pero hay más cooperativas, estando algunas fuera de la FENACREP.

Es poco. A nivel mundial hay más de 57 mil cooperativas de crédito que superan los 200 millones de afiliados y más de 1,400 millones de dólares en ahorros. En el Perú, son parte de las llamadas “instituciones microfinancieras” orientadas a dar servicios a familias y microempresas. Dentro de este segmento las cooperativas son poco más de la cuarta parte del total, ubicándose detrás de las cajas municipales (empresas públicas que en general han mostrado bastante eficiencia en varias regiones).

En el Perú estas cooperativas comenzaron a crecer en los años 60 promovidas por los esfuerzos de un cura norteamericano de la orden Maryknoll, Daniel McLellan, aunque las primeras cooperativas de ahorro y crédito datan de los años 40 y fueron creadas por los trabajadores del Callao y trabajadores textiles. La historia está bien relatada en “El árbol de la mostaza”, libro publicado la década pasada por Lucy Conger, Patricia Inga y Richard Webb.

El avance cooperativo, que iba de a pocos pero bien durante varias décadas, fue abruptamente cortado y desmantelado por Alberto Fujimori. Su ministro Carlos Boloña dirigió el ataque frontal cerrando la Central de Crédito Cooperativo (que las asociaba permitiéndoles apoyarse entre ellas) y varias otras cooperativas grandes.

¿Por qué? Por los grandes intereses en juego. En la medida que ahorristas y prestatarios tengan alguna alternativa, los grandes bancos pierden un poquito de su poder monopólico, ese que permite tasas de interés a las microempresas del 50% anual y para los consumidores por encima del 100% anual, elevadísimas tasas que las cadenas de venta de electrodomésticos y ropa enmascaran con ofertas para engañar a los incautos. Fujimori y Boloña, siguiendo los dictados del FMI, se empeñaron en que se reforzara la dominación de los grandes bancos en el sector financiero, para lo cual también cerraron el Banco Agrario y toda la banca de fomento. Boloña luego fue filmado complotando con Montesinos un golpe de estado, fue candidato presidencial del fujimorismo el 2001 con pésimos resultados y fue condenado por corrupción a 4 años de cárcel y al pago de 3 millones de reparación civil, que al no pagar provocó a un embargo de sus bienes.

Luego de ese golpe feroz que le propinó el fujimorismo, las cooperativas de ahorro y crédito han tardado dos décadas en volver a levantarse. Pero lo han hecho. En el último quinquenio han venido creciendo entre el 15 y el 20% anual. Su sistema de microfinanzas es bueno: ofrecen créditos a sus ahorristas, otorgando mayores cantidades en la medida que tengan mayor constancia en sus depósitos y pagos. Se logra así ir instalando una disciplina financiera en las familias que hace que su morosidad sea relativamente baja: es apenas 5%, una de las más bajas dentro del sistema de microfinanzas, morosidad que está cubierta por sus reservas en más del 130% según el reporte último de FENACREP.

De este buen desempeño e imagen se aprovechó Rodolfo Orellana para hacer sus fechorías, armando una empresa propia, Coopex, que era cooperativa sólo de fachada mientras él la manejaba emitiendo cartas de garantía sin respaldo real para ganar licitaciones en obras públicas donde luego esquilmaba al estado.

En base a ese escándalo, dentro de las facultades legislativas que pidió semanas atrás el gobierno estuvo precisamente el ajustarle las clavijas a estas cooperativas de crédito. Se aprobó con los votos del Apra, PPKausas y toledistas, bajo el escondido texto de “fortalecer la regulación de las cooperativas de ahorro y crédito”. El enfoque neoliberal del MEF sobre esta cuestión se centra en cortarle las alas a las cooperativas y someterlas a una regulación estricta. Sin duda hay que asegurarse que estas cooperativas de ahorro y crédito tengan la seguridad necesaria para los socios, pero también es necesario darles un apoyo: ¿por qué de los más de 100 mil millones de soles que las distintas instituciones del estado tienen en los bancos, no se puede poner una parte para promover las instituciones microfinancieras? ¿por qué todo tiene que estar en los grandes bancos que dominan el sistema y obtienen ganancias extraordinarias abusando de los consumidores? ¿Por qué no promover más competencia y mejores condiciones para los ahorristas?

CAFÉ Y CACAO

Las cooperativas no están funcionando solo en el área financiera. También en la agricultura, sobre todo en el café y el cacao en zonas de ceja de selva y en el norte del país. Solo en café se registran unas 90 cooperativas con más de 51 mil socios productores, y hay también otras formas jurídicas de asociatividad entre pequeños productores, como consorcios y gremios.

A estas cooperativas agropecuarias el MEF de la CONFIEP trató de bajarles la llanta hace un par de años intentando imponerles un pago abusivo del IGV, que resistieron con éxito. Varias de ellas han avanzado hacia producir café, cacao, azúcar y banano orgánicos y con otras certificaciones adicionales, como las del cuidado de los bosques y el comercio justo, con lo que obtienen entre 20% y 50% de mejor precio en el mercado internacional.

Las iniciativas de comercio justo son otra forma de economía solidaria, en la que los consumidores (sobre todo de países ricos) valoran el hecho de que la producción se realiza de una manera en la que se combate la explotación laboral y la pobreza. Junto con ellas puede ir la certificación de productos orgánicos, que asegura que se producen sin agroquímicos contaminantes, o de la protección de la naturaleza, que asegura que la amazonía no se está destruyendo; todas formas de promover una economía que va más allá del lucro y considera otros objetivos y principios éticos.

Contra viento y marea, otras formas de producción y de relacionamiento económico subsisten y crecen. Qué bueno sería que en aras de que haya pluralidad económica y más justicia social, el estado promoviera y apoyara las cooperativas y la economía solidaria en lugar de excluirlas y tratar de aplastarlas. Es solo una de las propuestas que contiene el programa que el Frente Amplio debatirá en su Congreso este fin de semana en Villa El Salvador.


Escrito por

Movimiento Tierra y Libertad

Tierra y Libertad es un nuevo movimiento político de izquierda, ambientalista, pacifista y demócrata radical


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